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SEMANA SANTA DE SEVILLA

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Orígenes, siglo XVI Ha llegado hasta nuestros días la leyenda o piadosa tradición (legado de tradición) del milagroso hallazgo en un hueco de la torre de la Iglesia de Santa Marina de una pequeña imagen de barro cocido de la Santísima Virgen, con el cuerpo de su Divino Hijo en sus brazos, que daría origen a la devoción de la Piedad entre los moradores de aquel lugar, haciendo que estos devotos se agruparan en hermandad de luz para rendirle el culto adecuado y propagar su devoción. Aunque los orígenes de la Hermandad aún no están suficientemente documentados, las investigaciones sobre los datos disponibles mencionan la existencia de un hospital ( institución benéfico mas aun que asistencial como era habitual en la época) llamado de la Piedad (el carácter gremial se amparaba en un hecho devocional) situado a comienzos del XVI en la collación de San Lorenzo, propiedad del gremio de corredores de bestias; hospital que podría haber tenido una hermandad de carácter gremial asociada al mismo, como era usual en la Sevilla medieval y renacentista. Las primeras noticias documentales que se conocen son datos de 1518 sobre las propiedades del hospital en la antiguas calles Pabas y del Naranjuelo. En la copia del siglo XVIII de la obra, “Religiosas Estaciones que frecuenta la religiosidad sevillana” del Abad Gordillo se afirma que en ese año de 1518 ya existía la Hermandad. De hecho la que sería Imagen Fundacional de la Primitiva Piedad (objeto de la citada leyenda y que excepcional y afortunadamente conserva la Hermandad) se puede datar estilísticamente en los comienzos del siglo XVI, siendo con probabilidad obra de discípulos o taller de Pedro Millán, y enmarcándose en la estilística de las “Piedades amables o bellas” de esta época. Hay constancia de un traslado desde el hospital a la Parroquia de San Julián donde radicaría pocos años pues en 1589 ya nos consta que se encuentra en Santa Marina ( pidieron ese año la agregación a Santa María del Pópulo de Roma). Desde mediados del XVI el carácter meramente devocional se complementaria con el penitencial, que adquiría en todas las hermandades más importancia por las directrices del Concilio de Trento. Las primeras Reglas como Hermandad de penitencia de las que hay noticia datan de 1592, como ya publicó José Bermejo Caballo en el siglo XIX. Siglo XVII En el año 1617 la hermandad hizo un intento de traslado a la iglesia de los monjes basilios que no cuajó y consta documentalmente que en 1621 salía en la tarde del Viernes Santo desde Santa Marina. Pasada en Sevilla la gran crisis demográfica y económica que supuso la peste de 1649 (aunque la ciudad venía decayendo desde comienzos del XVII y ya nunca volvería a tener la significación y el auge que tuvo en el siglo precedente) será el último cuarto del siglo XVII una de las épocas de mayor esplendor para la Hermandad. Así en 1676, adquiere de la Parroquia de Santa Marina la propiedad de la capilla y demás dependencias que venía ocupando anteriormente, otorgándose la oportuna escritura el 23 de septiembre del citado año de 1676 (ante el escribano Bernardo García se formaliza la compra de la Capilla de la Hermandad a la parroquia de Santa Marina, representado a cada parte Juan Méndez de Ojeda como Mayordomo de la Cofradía y Diego Riquelme de Arena como Mayordomo de la Parroquia). En 1676 se recibe en la Hermandad la talla de la Virgen de la Piedad y al año siguiente 1677 Cristóbal Pérez realiza la imagen de Nuestro Padre Jesús Descendido de la Cruz (una errata de imprenta en la publicación de las investigaciones de José Gestoso ha sido copiada múltiples veces a pesar de que el año 1677 es el de correcta datación de la hechura del Cristo), también se reciben el resto de las imágenes que conforman el misterio, en la estética del taller de Roldán y que han llegado a nuestros días en su disposición original del Barroco. Se completan con cuatro ángeles que se disponían en aquella época y hoy día en las esquinas del paso, y que por su calidad y estilo se han relacionado con la producción de Pedro Duque Cornejo. A ello se añade el ingreso como hermanos de escribanos y alguaciles sobre el año 1685 ( ha llegado la noticia de los problemas que tenia la cofradía para salir el Viernes Santo por el carácter del trabajo de los mismos) y posteriormente puede que ingresaran los componentes del gremio del arte de torcedores de la seda, aunque estos no constan históricamente hasta el siglo XVIII. Los nuevos hermanos aportaron varias propiedades y enseres a la Hermandad. Siglo XVIII En el año 1702 el Licenciado Juan Domonte y Eraso, Vicario Capitular, ante el Notario Mayor Juan Francisco Alvarado, concede la aprobación de las nuevas Reglas a la Hermandad; en ellas se ordena la salida procesional el Viernes Santo por la tarde con dos Pasos, uno con la Santa Cruz y otro con las Sagradas Imágenes, en ellas no se menciona el uso de los dieciocho ciriales, como sí se hace en un acta de Cabildo de 1765 citándolo como uso muy antiguo. Las Reglas de 1702 son bastante imprecisas, quizás influidas por la espontaneidad propia de una hermandad con gran base popular en su vecindario. Los cargos que se mencionan son los de Mayordomo (como el más importante), dos Alcaldes, Prioste, Escribano y Fiscal, el cargo de Hermano Mayor no está reglado aunque adquiriría más importancia a partir de mediados del siglo XVIII. También mencionan estas Reglas la salida de un paso alegórico de la Cruz y el Sol Eclipsado. Precisamente, además del texto de estas Reglas; la principal fuente para el estudio del periodo de 1705 a 1817 es un libro de actas que se ha conservado, no así desafortunadamente el siguiente. El siglo XVIII también tiene hitos importantes para el patrimonio de la Hermandad, sobre todo la adquisición de un nuevo Paso en 1710, que con pocas modificaciones y varias restauraciones ha llegado hasta nuestros días. Se desconoce la autoría del mismo, pero las cartelas pasionistas (originariamente eran ocho, de las que nos han llegado seis) se han relacionado con la labor de Pedro Roldán el Mozo (1665-1720) que era hermano de la cofradía y cuyo estilo corresponde con dichas tallas. A mediados del XVIII ejerce como Hermano Mayor Raimundo de Sobremonte, que era Teniente Mayor del Asistente de la Ciudad y comienzan a mencionarse como hermanos los torcedores de seda, lo que llevaría a una revitalización de la Hermandad: se señalan cuotas fijas, se reordena la cofradía: entre otros temas se fija el sitio de las “señoras”, o devotas en la misma, pues era evidente la gran devoción de las imágenes en el barrio, como demuestra el incidente de 1751 en el que los vecinos prácticamente obligaron la salida de la cofradía, que no quería salir para evitar las vueltas dificles entonces por delante del Palacio Arzobispal. Otro punto importante de la época fue la obra de grabado realizada por Diego de San Román y Codina en 1751, que contribuyó en su momento a la difusión de la devoción a las Sagradas Imágenes y que es uno de los testimonios más antiguos de la disposición de un misterio barroco en nuestra ciudad, que afortunadamente hoy conserva la Hermandad. Por acuerdo del 25 de marzo de 1792 se redactan nuevas reglas en cumplimiento de una Real Orden del Rey Carlos III, norma que obligaba a la aprobación de las reglas de hermandades por el Real Consejo de Castilla; con ello la Hermandad evitaba su posible extinción por las autoridades civiles de la época, con la consiguiente recogida de enseres, alhajas, propiedades, etc. El día 10 de enero de 1793, son aprobadas por dicho Consejo de Castilla, y en ellas se cambia el título de la hermandad: de Sagrada Mortaja de Nuestro Redentor Jesucristo, con el que se conocía, por el de “Nuestro Padre Jesús Descendido de la Cruz y Nuestra Señora de la Piedad”, consta de diez capítulos o constituciones, y en ellas, además de los actos de culto contenidos en las anteriores, se establece el orden con que ha de efectuar la estación de penitencia en la tarde del Viernes Santo se prescribe la salida de los dieciocho ciriales, así como del Paso alegórico del Sol Eclipsado, indica que el oficio de muñidor debe ser a cargo del Prioste y se da por primera vez reconocimiento legal a las hermanas. Son unas reglas muy precisas que contrastan en ello con las de 1702, a las que curiosamente no menciona, como si hace con las de 1592. Siglo XIX En el siglo XIX estas Reglas serían copiadas y transcritas (en 1829) y se les añadirían la fórmula de la Protestación de Fe (en 1858, redactadas por el Secretario José Pérez del Río) y unas normas complementarias (en 1877). En dicho siglo XIX la Hermandad también padecería los problemas y nefastas consecuencias de los acontecimientos de la época: epidemias (algunas muy graves en Sevilla como la de fiebre amarilla de 1800) invasión francesa, problemas políticos, etc. que tuvieron lugar sobre todo hasta el último tercio de siglo. Aunque se había dorado el Paso en 1848 (tuvo varias restauraciones en este siglo, sobre todo en dorado por las lluvias) no se haría con materiales de calidad pues sólo cuatro años después el historiador de la época González de León cuenta que estaba muy maltratado. El 2 de febrero de 1864 se produjo un incendio en la Parroquia de Santa Marina, afortunadamente sin que las imágenes titulares sufrieran daños mayores, pero hubo que efectuar obras de reparación en la capilla de la Hermandad. Desde esa fecha se dan novedades, incremento y estreno de enseres: en 1861 se restaura el paso, en 1865 se aprueba un modelo de túnica para los nazarenos y desde entonces se estrenan varios enseres, en 1866 dos bocinas y vestiduras bordadas para las Imágenes siguiendo un diseño de Fernando Díaz. En los años sucesivos se estrenan otros enseres: en 1867 un Senatus, una bandera y las vestiduras bordadas de San Juan y la Magdalena y en 1868 un Sinelabe bordado en oro sobre terciopelo morado que aún conserva la Hermandad. El escultor Manuel Gutiérrez Reyes-Cano restauró las imágenes del Misterio en 1884 y al año siguiente se restaura en profundidad el Paso, al que se añaden ocho candelabros tallados dorados, tarjas con escudos en las esquinas y unos respiraderos. Además se estrenan algunos enseres, entre ellos dos bocinas con sus paños bordados Problemas económicos y varias vicisitudes hacen que a fines del XIX la Hermandad entre en un periodo de decaimiento como otras muchas de nuestra ciudad, ello obligó varias enajenaciones de bienes y enseres, en las que destaca la venta de dos de las cartelas pasionistas del Paso al anticuario Joaquín Pérez (como continuación del trabajo iniciado en 1885 se tuvo que modificar y dorar el paso, esta vez en los talleres de Julio Rossy). Además en 1893 la Hermandad se vio obligada a la venta de todas las vestiduras bordadas mencionadas anteriormente a la Hermandad del Santo Entierro de Alcalá de Guadaira, que aún las conserva con algunas variaciones y restauraciones. Siglo XX A comienzos del siglo XX hay una revitalización de la Hermandad, centrada sobre todo en la estación de penitencia: en 1904 se reforma de nuevo la canastilla del Paso, se estrenan setenta túnicas para los nazarenos así como insignias y acompañaría al cortejo la Banda del Hospicio. Desde el año 1906 a 1909 se estrenan dos paños de bocinas y las vestiduras de las imágenes bordadas por Juan Manuel Rodríguez Ojeda (manto de la Virgen de la Piedad, túnicas y mantolines de San Juan, José de Arimatea, Nicodemo la Magdalena y las túnicas de las dos santas mujeres), que sigue un esquema de motivos flores de pequeño formato en bandas perimetrales, puede que determinado por el antecedente de las vestiduras bordadas diseñadas por Fernando Díaz que tuvieron que venderse unos años antes. Es un magnifico conjunto ejecutado con la técnica de “jiraspe” que le aporta colorido a flores y hojas de acanto. Para sufragar los gastos se celebró una función benéfica en el Teatro del Duque y una Velá en la Plaza de Santa Marina del 15 al 17 de septiembre, con tómbola, iluminación artística y conciertos musicales, cerrándose con la procesión de la Virgen de la Piedad en un pequeño Paso, acompañada de representaciones de otras hermandades y de la Banda del Hospicio. Aprovechando la visita de la Reina de Portugal Doña María Amelia de Orleáns y su hijo el heredero del trono don Luis Felipe Braganza y Orleáns se les propone para el cargo de Hermanos Mayores Honorarios en Cabildo de 30 de marzo de 1907, aceptando dichos cargos el 9 de abril del citado año. Se celebró con ese motivo una solemne función religiosa en acción de gracias pero no consta si se materializaron los beneficios que con seguridad se pretendía la Hermandad con la asignación de estos cargos. En esta época figura en la documentación como Asesor artístico de la Hermandad el artista y diseñador Antonio Amian Austria, que aportaría importantes novedades en la forma de vestir a la Virgen como “Reina” y en la disposición de los adornos florales del Paso en guirnaldas. En el año 1926 tiene lugar un hecho trascendental para el carácter y personalidad tanto de la Hermandad como de su estación de penitencia pues entra a formar parte de la Junta de Gobierno un grupo de jóvenes hermanos encabezados por Guillermo Serra Pickman, que tienen el objetivo de revitalizar la hermandad y dotarla de unas formas y espiritualidad similares a las que se suponían propias de los siglos XVI y XVII. Así en 1927 aunque se seguía contando con bandas de música para la cofradía, acompaña a la misma el coro de voces de los Seises de la Catedral hispalense. Siguiendo este objetivo al año siguiente el tallista Salvador Domínguez ejecuta en madera oscura una nueva Cruz de Guía, que sería del tipo“de manguilla” al parecer inspirándose en una antigua cruz procesional propiedad de la Hermandad de la Divina Pastora de Santa Marina y similar a la usada por la Santa Caridad pues no casualmente una de las guías espirituales de la Hermandad seria desde entonces la obra del Venerable Miguel de Mañara. Además en 1929 son suprimidas las pilastras de las esquinas del Paso procesional, siendo sustituidas por cuatro esquinas talladas y doradas siguiendo el estilo de los respiraderos. Al año siguiente y según el modelo de Rodríguez Ojeda la bordadora Carmen Capmany realiza los mantolines de María Magdalena y María Salomé en unos colores originales (naranja y gris). El proceso de cambio de carácter de la Hermandad fue muy paulatino, como vemos por el hecho de que en el año 1936, aunque la lluvia impidió la salida de la Cofradía, se iba a contar aún con el acompañamiento musical de bandas de música, concretamente de la Centuria Macarena y de la Banda de Música del Maestro Tejera. Hasta el citado año 1936 permanece establecida en la Iglesia de Santa Marina trasladándose, a partir del incendio intencionado de la misma y los desgraciados sucesos de julio, a la Iglesia del extinguido Convento de Santa María de la Paz, en virtud de Decreto del Cardenal don Eustaquio Ilundaín y Esteban de fecha 10 de noviembre de 1936. La iglesia había tenido culto esporádico desde la Desamortización de 1835 por parte de una congregación particular de los Sagrados Corazones de Jesús y María y más escaso aún desde 1868 época en la que un grupo de devotos mantenía el culto anual de una novena a la Virgen de la Paz, titular del antiguo Convento. Se realizaron obras de adaptación y acondicionamiento de la iglesia y dependencias, teniendo que construir una nueva puerta de acceso al compás, ya que la existente era de exiguas dimensiones. En los años siguientes se sigue trabajando en completar enseres, en 1939 se bendice la diadema de plata labrada y dorada obra de Emilio Landa y en 1940 el orfebre Juan Fernandez inicia la ejecución de una serie de piezas para la Hermandad, siendo las primeras los dieciocho ciriales que dan a la estación de penitencia un carácter tan peculiar, ello da idea de la importancia que se le otorgaba a la recuperación de las formas propias de siglos pasados y ahondando en esa intención en el Viernes Santo del año 1946 se recupera la histórica figura del Muñidor (la habían tenido todas las hermandades hasta el siglo XVIII y en esos años aún se podía ver en los entierros de la Santa Caridad), que con ropón negro y escudo al pecho agita unas campanillas al comienzo del cortejo para llamar la atención a los fieles. Curiosamente y como ejemplo de la lentitud del proceso de cambio del carácter de la Hermandad hay que citar el hecho de que aún se contrataban bandas de música en el mencionado año de 1946, pero a partir de ese año y hasta hoy la estación penitencial de la hermandad se caracteriza por su peculiar sello de severidad. En el año 1948 con motivo del séptimo centenario de la Conquista de Sevilla por Fernando III el Santo se organizó un Santo Entierro Grande en el que nuestra Hermandad volvió a figurar, como en otras tantas ocasiones en que tuvo lugar una procesión del Santo Entierro Grande, ese año se estrenaron las cubiertas del Libro de Reglas en plata repujada realizadas por Juan Fernández. Al poco tiempo, en el año 1950, se realizaron obras en la sede consistentes en tareas de pavimentación, pintura, consolidación de muros y decoración de toda la iglesia y sacristía, lo que valió que el Cardenal Don Pedro Segura y Sáenz le concediera el usufructo de la mencionada iglesia por Decreto de 10 de enero de 1951. EL año 1965 está marcado para la Hermandad, además de por la salida nuevamente en el Santo Entierro Grande, por la participación en las Santas Misiones que llevaron a varias imágenes procesionales a barrios nuevos y alejados entonces del centro de la Ciudad. Junto a otros Sagrados Titulares, Nuestro Padre Jesús Descendido presidió los cultos de las Misiones en el Cerro del Aguila. Por Decreto de fecha 4 de noviembre de 1966 del Ilmo. Sr. Vicario General del Arzobispado, ocupado por Cardenal don José María Bueno Monreal, se accede a la solicitud por la Hermandad de permuta de la capilla y dependencias que la misma tenía en propiedad en la Iglesia de Santa Marina, por la posesión en propiedad de la iglesia y dependencias del ex convento de Santa María de la Paz, otorgándose la correspondiente escritura el día 14 de diciembre de 1967. En la década de los años 70 se declaran de utilidad pública las obras de restauración de la Iglesia y se expropia el solar anexo, que aun a día de hoy está sin uso. En el año 1975 debido a la lluvia caída en la noche del Viernes Santo la Cofradía se ve obligada a refugiarse en la Catedral, permaneciendo las imágenes allí hasta la mañana del Domingo de Resurrección cuando son trasladadas a nuestra sede. Es significativo el acontecimiento porque en este cortejo figuraron hermanas con cirios por primera vez en la historia contemporánea de la Hermandad. El cortejo lo componía la Cruz de Guía, hermanos con cirios, parihuela con Nuestro Padre Jesús Descendido de la Cruz, tramo de cirios, estandarte y María Santísima de la Piedad sobre unas andas cedidas por la Hermandad de San Isidoro. La noche del lunes de Pascua el Paso fue llevado hasta nuestra sede gracias a una cuadrilla de costaleros cofrades voluntarios. En los años siguientes se estrenan varios enseres. En 1979 un manto de la Virgen de la Piedad de los talleres Elena Caro, que copiaba el original de Rodríguez Ojeda de principios del siglo XX, en 1984 nuevos faldones a los que se añade en el frontal el escudo del antiguo estandarte obra del siglo XIX, y en 1986 con motivo del Cincuenta Aniversario del establecimiento de la Hermandad en la Iglesia de la Paz se bendice un sagrario realizado por Hijos de Juan Fernández en cuyo frente se reproduce la Imagen Primitiva de la Piedad. En estos años, concretamente en 1987, tiene lugar un hito importante en la historia de la Hermandad pues se aprueban nuevas Reglas, que recogen entre otros puntos que las hermanas se puedan incorporar oficialmente a la estación de penitencia, aunque aún no se contemplaba la igualdad total de derechos, fue una de las primeras hermandades de Sevilla en permitir a las hermanas dicha participación en la estación de penitencia. En los años 90 la Hermandad emprende una labor de recuperación del Patrimonio: en 1991 el taller de Carrasquilla restaura y pasa a nuevo terciopelo el mantolín de salida de San Juan. Se restaura la antigua insignia del Sine Labe, datada en 1868 y se recupera para el cortejo procesional, siendo los trabajos de restauración de bordados obra del taller de Carrasquilla y la nueva asta y remate de Hijos de Juan Fernández. Los cuatro ángeles y cuatro querubines del paso fueron restaurados por nuestro hermano Juan Manuel Miñarro en 1993. En 1996 el taller de Carrasquilla también restaura y pasa a nuevo terciopelo el mantolín de María Cleofás. Siglo XXI Desde comienzos del siglo XXI se realizaron varios trabajos sobre el patrimonio inmobiliario de la Hermandad, así durante los años 2000 y 2001 se efectuaron obras de restauración de la espadaña y de los antiguos Coros Alto y Bajo, destinándose el primero como Salón (Archivo y Biblioteca) y el segundo como sala de exposición de enseres y del Paso procesional. Además se siguen efectuando estrenos y restauraciones del patrimonio artístico: en el año 2005 se estrena la saya que el Taller de Bordados de la Hermandad realizó basándose en antiguos bordados del XIX, y en el año 2010 se pasa a nuevo terciopelo y se restaura el Simpecado en el taller de Manuel Solano (Morón de la Frontera), Orfebrería Hijo de Juan Fernández cincela dos nuevos incensarios para la cofradía y restaura la naveta original obra de 1960 diseñada por Maireles y realizada en los talleres del orfebre Juan Fernández. Más recientemente se ha restaurado el Manto de la Virgen de Rodríguez Ojeda en los talleres de Solano y se ha estrenado una nueva diadema de salida en plata realizada en los talleres Hermanos Fernández. La atención de la Hermandad no sólo se encaminó en estos años a conservar su Patrimonio, también a otros aspectos básicos en la vida de hermandad. En primer lugar a adecuar sus normas a las directrices del Arzobispado, por ello en el año 2006 con protocolo número 194/06 la autoridad eclesiástica, en la persona del Delegado Episcopal de Asuntos Jurídicos de las Hermandades y Cofradías, aprueba las modificaciones a las Reglas los incorporando los dictados de la Iglesia, incluyendo la plena y total igualdad de derechos de las hermanas. También y siguiendo una línea de conservación de la estética y personalidad propia de la estación de penitencia, en el año 2012 se incluye una Escolanía en el cortejo, siguiendo la tradición que ya marcaban las antiguas Reglas de 1793 y se modifica el itinerario para procurar un mayor recogimiento. Además, y como eje fundamental de su acción, esta Hermandad intenta mantener la espiritualidad y esplendor heredado de sus mayores, mediante la entrega y solicitud de sus hermanos; prueba de ello es la existencia de diversos grupos de formación, la colaboración con la Parroquia y el trabajo constante a favor de los más desfavorecidos por medio de obras asistenciales varias destinadas a diversos colectivos y asociaciones.

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